
Solo 4 de cada 10 jóvenes cumplen con las recomendaciones de actividades ejercicios de fuerza: una alerta global
Este metaanálisis revisó datos de más de 1,2 millones de niños y adolescentes en 36 países para estimar cuántos cumplen con la pauta de realizar ejercicios de fortalecimiento muscular al menos 3 veces por semana.
También se exploró qué características se relacionan con cumplir o no cumplir esta recomendación. Se encontró que ser niño (varón), tener peso normal, realizar actividad aeróbica suficiente y contar con apoyo familiar alto aumentan la probabilidad de hacer ejercicios de fuerza
En cambio, las niñas, los jóvenes con sobrepeso u obesidad y quienes carecen de apoyo familiar o de actividad aeróbica suficiente, realizan menos ejercicios de fuerza.
Las actividades de fuerza no se tratan solo de levantar pesas en un gimnasio. También es usar el cuerpo de manera que desafíe lo motriz: saltar, empujar, trepar, colgarse, hacer sentadillas, flexiones o ejercicios con bandas elásticas, etc.
Durante la infancia y la adolescencia, las actividades de fuerza mejoran la salud ósea, favorece el control motor, reduce el riesgo de lesiones. Además, aumenta la autoestima, así como también la percepción de competencia física
En muchas escuelas y programas deportivos, el foco sigue siendo casi exclusivamente aeróbico: correr, saltar la cuerda, jugar partidos. Pero muy pocas veces se enseña a trabajar la fuerza, mediante estrategias lúdicas y atractivas.
Necesitamos cambiar esa mirada.
Incluyendo bloques de fuerza en las clases de Educación Física, donde las niñas también se sientan cómodas con la actividad. Además de educar a las familias y la comunidad educativa en general sobre las actividades de fuerza.
Este dato abre un desafío importante:
Ya no basta con promover actividad física en términos generales: necesitamos mirar quiénes están quedando fuera y por qué.
- ¿Falta de acceso o espacios adecuados?
- ¿Persisten los mitos sobre el entrenamiento de fuerza en la niñez?
- ¿O simplemente los entornos no resultan atractivos ni motivadores?
Probablemente, un poco de todo.
Frente a eso, la pregunta es inevitable:
- ¿Qué estamos haciendo profes, familias, instituciones y quienes diseñan políticas públicas para revertir esta tendencia?
- ¿Cómo transformamos la fuerza en una experiencia educativa, lúdica e inclusiva, donde todos los niños y adolescentes puedan participar y sentirse capaces?



