
Por qué más escuelas están restringiendo el uso del teléfono
“Un cambio necesario para recuperar la atención, la convivencia y el aprendizaje”
En muchas escuelas, la escena se repite. Suena el timbre del recreo y, en lugar de ruido y movimiento, aparece el silencio. Grupos de estudiantes sentados, cada uno mirando su pantalla. No hay conflicto, no hay desorden, pero tampoco hay interacción. Algo de la experiencia escolar parece haberse ido apagando sin que nadie lo decidiera explícitamente.
Esa observación cotidiana es la que ha llevado a distintos establecimientos a replantearse el uso de los teléfonos celulares durante la jornada escolar. No desde el rechazo a la tecnología, sino desde una constatación simple: la escuela ha estado perdiendo presencia, y con ella parte de su sentido.
La pregunta no es cómo competir con el mundo digital, sino qué cosas la escuela está en cierta medida “obligada” a proteger. Es decir, la atención en clases, el encuentro entre pares y el uso compartido del tiempo forman parte de ese núcleo básico.
Este debate no es nuevo. En un colegio de Durango Colorado, la prohibición de teléfonos se implementó en 2012. La comunidad educativa observó efectos claros y sostenidos: estudiantes más concentrados en clases, menos estrés y una recuperación visible del vínculo social durante los recreos. El patio volvió a ser un lugar de conversación, juego y conflicto real, no mediado por pantallas.
El proceso, sin embargo, no estuvo libre de intrigas. Al inicio surgieron preguntas legítimas de parte de las familias: ¿cómo comunicarse con sus hijos durante el horario escolar?, ¿qué pasaría frente a una emergencia?, ¿cómo se aplicaría la norma sin generar conflictos permanentes?
La escuela respondió con medidas concretas. Se estableció que, ante cualquier situación urgente, los padres podían comunicarse directamente con el establecimiento, como había ocurrido históricamente antes de los teléfonos móviles. Además, se trabajó activamente con las familias: se las invitó a participar en instancias informativas, incluyendo la proyección de documentales sobre los efectos del uso excesivo de pantallas en la salud y el bienestar de niños y adolescentes.
Hoy, cuando cada vez más colegios avanzan en esta dirección, la discusión ya no es si prohibir los teléfonos es exagerado. Es si la escuela está dispuesta a definir qué experiencia quiere ofrecer.



